Kiyen Moncada
hace tiempo no me apago junto a la penumbra de la noche,
llevo días apagandome justo donde nace la luz tenue de amaneceres claros
y han pasado meses que no sueño nada bueno sobre mí.
me limito simplemente a pensar
pienso tanto
tanto tanto
que tengo que escribirlo
y temo escribirlo
tanto
que algún día tenga que decirlo
no estoy tan triste
pero sí estoy triste
sólo que lo he estado más
qué haría
sin estas heridas, yo
qué haría
quién sería, dime
si un día ya no me rompiera
qué pasaría conmigo, qué
si mi vida ha sido entristecer lo que pienso
a través de lo que siento
y lo que siento
duele
interminablemente
y si ya no me doliera
y si ya no estuviera cansada
de mí
ilógica y ciertamente
Cristóbal Villanueva
N°1
Los poemas no nacen de un depósito fugaces ideas en un borrador de correos electrónicos.
No nacen de rabia, irá, sentimientos afables, efímeros como plumas empedernidas en demostrar belleza frívola, por no decir vacía y demases adjetivos creados para las gentes susceptibles, a lo mal llamado bello. O eso quisiera.
No nacen ideas pariendo versos tal coneja, perras en celo adjuntando al pasar oraciones y más oraciones, conjugaciones, estúpidas sin sentido, queriendo demostrar una falsa soberbia, pereciendo en el intento de articular un poema. O eso quisiera.
Convengamos que, por casualidades de la existencia, el inicio del verso sea una explosión simbólica de palabras nacidas de la necedad del necio, que se apuñala cada mañana en busca de la frase que de génesis al poema. O eso quisiera.
Imaginemos que, del mismo necio, se reitere la estupidez de forzarse como poeta, y entre aparentes fútiles intentos, nazca la amalgama mal llamada prosa. Supongamos que del estúpido nazcan versos, entre pedazos arrancados de un borrador de correos electrónicos, y dé a luz la oración auto proclamada poema. Supongamos porque el necio no miente, es incapaz de mentir. O eso quisiera.
Claro es, suponiendo que en primeras instancias se ha adquirido un dispositivo electrónico, para ejecutar el acto de manchar con palabras los borradores virtuales de una aplicación de correos ubicada en la nada, así por instante sentirse complacido con uno mismo. Acordemos por unanimidad si es posible, que lo único que importa al final del día, es sentirse bien uno, y sencillamente nada más importa. Aún cuando los poemas puedan ser promotores de arcadas y actos poco decorosos.
N°2
Abrir una puerta que da bienvenida al iniciático ser.
Incolora faz de un rostro femenino que te saluda, y se marchita antes de que lo toques.
Tú y tu, quien más que tú. Con tus dedos de plata y uñas de papel.
Cerrando puertas suspendidas que trasuntan la atmosfera, esperando quizás, el amanecer.
Vuelves y te desarmas a ti misma
Cómo estos versos que se descarrilan
Buscándose a sí mismos, entre las letras deshilachadas
Nuevamente vuelves, y no sabes dónde han ido a parar los tiempos verbales, ni si tu misma hablas… O yo. Como un espejito lleno de colores.
Quizás ni se pronuncien los adjetivos, con sus pequeñas garras clavando el espacio.
Lo importante es que vuelves tocar esa puerta,
Te abren e ingresas en el interminable espacio-tiempo
probablemente exista en algún lugar aquella incolora faz de rostro femenino
Agitando una delgada mano cubierta de plata enverdecida.
En Agosto Zarpara a la Mar (fragmentos de una prosa poética más extensa)
1- Deslizando el trazo de inerte tinta. Perforando las delicadas hojas blancas, mientras el ladrido del perro separa la bruma y la sal del océano.
Las locuaces voces de una mujer y su – yo- deletrean las arenas, entre cánticos inefables. Sin embargo, la espeluznante nieve, bajo las piedrecillas. No transpira la piedad -por supuesto que no- mientras las eternas caricias a la miseria derramada nos desean derrumbar. La sábana enredada – pegada- sorbetea los pelos de las cuasi visiones; esos delirios inspiradores que acechan las retaguardias de los celadores conmocionados. Aguardando la barcaza de lo místico.
2- Nos subimos al barco entre sutiles pasos. Acallamos los murmullos de las mareas, con nuestras botas siempre negras, que dejan tras de sí, los restos de la tierra cautivada a las suelas. Que nos llueva, por favor- A cuerpos desnudos, si es mejor- lloran las flores de la mesa coja, arrancada de la niebla, por el guardiamarina; empedernido soñador.
3- Volvamos a la tierra firme. Nos gritó un pasajero casi sin voz. Alejados de la arena, nieve, olas y locuaces voces. Que no deseo morir, suspendido entre péndulos de huesos, molidos en una mañana, del incrédulo invierno que golpea iracundo, la proa del barco, en dirección a la popa; buscando la victoria.
4- Por un segundo entremezclados a través de la jungla de péndulos acaecidos por las agujas ponzoñosas, recubiertos por el acero de lo iniciático. Soñemos que volvemos a la madre de nuestros pensamientos. Allí mismo, imaginemos que eres santa-por supuesto que lo eres – cuando las huellas maniáticas te toquen, provocando la caída del velo de hoja. Clausurando las crepitantes respiraciones del árbol humillado. Que, por su gracia, se construyó este barco. Pero yo, sinceramente aun poseo mis interrogantes. Y no, no me los arrancará el vaivén idílico, enraizado a la mentira misma, que transpira este buque sin rumbo. – ¿De quién son esas huellas perseguidoras?
Estefanía Chanqueo
Aguafuerte
Siempre pienso en…escribir
¿Algo para impresionar a los demás?
No, en absoluto, poesía barata.
Quizá algo para soltar el alma y las ataduras en las manos
Quizá simplemente para ver fluir la tinta en las hojas blancas,
En las esquinas de los diarios y en las servilletas.
Tal vez, para acercarme a ti, de alguna forma y si eso fuera posible.
En versos escritos a altas horas de la madrugada, cuando el clímax creativo explota.
Dejándome descubrir tu mirada en la taza de té
Imaginando tus manos pintando algún cuadro…grabando con aguafuerte.
Todo aquello que en esta vida no sería posible.
Por eso vives en estos versos, danzando libre y sin tapujos.
Te prefiero escrito aquí, porque aquí vives mejor,
Con café recién molido y con lluvia de fondo, pero en mi mente.
Añil
La rigidez de la palabra, que tanto te pesa.
Me tiras de la muñeca, guiándome por los cristales.
Con cuadros azules de fondo
‘’Índigo’’, me dices casi en un susurro.
No entiendo a la primera, ni tampoco ahora.
Tus zapatos oscuros vuelven al ventanal del principio
Donde dejaste tus huellas marcadas.
Allí, señalas con los ojos la siguiente ventana, la opaca.
La miro, pensando en lo mencionaste antes.
‘’índigo’’ pienso.
Poco a poco muta en ese color
Como si absorbiera mis pensamientos
‘’Azul, índigo’’
Cierras los párpados y desapareces.
Compañía
Vino de lejos, dijo al bajar del bus
Vino desde los terrenos baldíos, y del polvo del desierto.
Vino desde la tierra, pero también desde el agua
Y el cielo, me dijo.
Le ofrecí agua.
La rechazó.
Me observaba fuerte, como incriminándome por algo.
Quizás solo fui su espejo, y en realidad era a él mismo.
Mis ojos pasearon por su vestimenta elegante,
Que contrastaba con los sucios zapatos que tenía.
Traía una medalla roja, bastante pequeña pero llamativa.
Tal vez se hacía notar por los puntos de sangre en la camisa, casi minúsculos.
Ambos caminamos por el campo,
Él miraba al cielo,
Yo lo miraba a él.
‘’ ¿Vienes desde allá?’’ Pregunté.
‘’Quizá’’, respondió girándose y posando sus manos en mis hombros.
Siguió caminando, pero solo.
Observé como se abría paso entre las ramas, dejando una huella al caminar.
‘’Se irá’’ pensé, viendo como el atardecer llegaba.
Nunca lo hizo, está aquí.
Viendo como escribo esto, sentado en la cama
A veces rompe las hojas que hablan de él.
Otras veces sólo trata de pulir sus zapatos.
Recuerdo
Encantador, como él solo.
Camina a paso lento cuando está feliz, dice disfrutar más las avenidas.
Camina a paso rápido cuando está enrabiando.
La gente en las ciudades corre.
Todas las personas están enojadas, concluyo.
Le gusta el tabaco en la ducha
Responde que, si se apaga, es una señal para dejar de fumar.
Por dos días.
Sí, se baña cada dos días.
También le gusta el café con leche,
La infancia y la adultez se juntan, conformando ese color marrón,
‘’La mierda nos acompañará siempre’’, agrega riendo y untando mermelada en el pan.
Es extraño, loco, desquiciado, paranoico, sensible, adicto, sinvergüenza, atrevido, provocador, egoísta, engreído…
Pero aún así tiene cosas rescatables.
Le gustan los balcones,
Tanto que
Un día simplemente se lanzó desde el suyo.
‘’La mierda nos acompañará siempre’’ recuerdo.
Kiyen Moncada (Temuco, 2004). Actualmente cursa estudios de enseñanza media en el Liceo Pablo Neruda.
Cristóbal Villanueva (Temuco, 2000). Ex estudiante del Liceo Pablo Neruda. En el 2018 publica en la Revista «Ramal Lautaro Temuco», y a su vez, en la Antología Poética del Liceo Gabriela Mistral. En la actualidad cursa la carrera de Pedagogía en Castellano y Comunicación en la Universidad de la Frontera.
Estefanía Antonella Mariana Chanqueo Cariqueo (Nueva Imperial, 2001). Ex estudiante del Liceo Pablo Neruda de Temuco, y actualmente, estudiante de la carrera de Artes Visuales en la Universidad de Concepción. Publicó en la revista literaria de poesía y cuento ‘’Ramal Lautaro Temuco’’.
Imagen de la cabecera: Pubertad, de Edvard Munch (1895).
Dibujos: Estefanía Chanqueo.