El Mundo es Redondo de Gertrude Stein (fragmento traducido por Verónica Zondek)

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UNA SILLA EN LA MONTAÑA

 

Cuando las montañas son de verdad son azules.

Rose sabía que eran azules y el azul era su color favorito. Sabía que eran azules y que estaban muy lejos o cerca así como la lluvia se iba o venía. La lluvia venía o se iba cualquier día.

Así que Rose miraba y veía y madre mía las montañas eran ciertamente azules.

Y entonces un día una montaña de cerca vio y entonces fue que todo lo entendió.

Así fue que Rose un modo de explicar encontró.

Escuchen.

Las montañas son elevadas, allá arriba hay un cielo, la lluvia está cerca, las montañas están despejadas las montañas son azules eso es cierto y una montaña dos montañas tres montañas o cuatro cuando hay montañas de seguro hay más.

Incluso desde la puerta.

Eso es lo que Rose se decía cuando cada día ese camino recorría.

Rose a la escuela allí asistía.

Allí estaban las montañas y eran azules, oh dios azules azules solo azules querido azul dulce azul sí azul.

Y luego Rose comenzó a pensar. Era raro eso de que Rose siempre estaba a punto de ponerse a pensar. Le decía a Bob su padre padre tengo un reclamo, mi perro Love no obedece cuando lo llamo.

Rose estaba siempre pensando. Es fácil pensar cuando tu nombre es Rose. Nunca nadie se llamaba Blue, nadie, por qué no. Rose nunca en eso pensó. Rose pensaba que pensaba un montón pero en eso ella nunca pensó.

Pero en montañas sí Rose sí pensaba en montañas y en azul cuando pintaba las montañas y en plumas cuando nubes como plumas pintaban las montañas y en pájaros cuando un pajarito y dos pajaritos y tres y cuatro y seis y siete y diez y diecisiete y treinta o cuarenta pajaritos llegaban volando y un pájaro grande llegaba volando y los pajaritos llegaban volando y volaban más alto que el pájaro grande y bajaban y uno y luego dos y luego cinco y luego cincuenta de ellos bajaban a picotear la cabeza del pájaro grande y lentamente el pájaro grande iba cayendo entre las montañas y los pajaritos volvían todos a casa otra vez. Sí los pajaritos vuelven a casa otra vez después de haber espantado al pájaro grande.

Cómo pensaba Rose cuando pensaba. Rose se ponía toda redonda cuando pensaba sus ojos su cabeza su boca sus manos, se ponía toda redonda al pensar y luego para descansar de escuchar su pensar se ponía a cantar.

Cantaba una canción de la montaña.

Cantaba

Montaña querida montaña encumbrada montaña cierta montaña azul sí montaña montaña elevada montaña toda montaña montaña mía, vendré escalando con mi silla y una vez allí montaña una vez allí estaré pensando, montaña tan elevada, a quién le importa el cielo sí montaña no montaña sí allí estaré.

Sus ojos se llenaron de lágrimas.

Sí montaña dijo sí allí estaré.

Y luego al mirar vio que una montaña tenía una cima y que la cima era una pradera y que la pradera subía hasta un lugar y en ese lugar oh dios sí en ese lugar sí Rose pondría una silla y allí se sentaría y sí allí le importaba sí allí pondría una silla allí y por todos lados ella vería todos lados y se sentaría en esa silla, sí allí.

Y lo hizo y así fue cómo lo hizo. Lo hizo todo sola. Ella y la silla allí allí, y allí no era azul, no querida no allí era verde, el pasto y los árboles y las piedras son verdes no azules allí no allí no había ningún azul aunque el azul era por cierto su color favorito.

 

 

 

 


 

Este fragmento es parte del libro El mundo es redondo de Gertrude Stein, a publicarse este año por Bisturí 10 con ilustraciones de Constanza Fuenzalida y traducción de Verónica Zondek.

Imagen de la cabecera: Retrato de Gertrude Stein, por Félix Valloton (1907).