Tres inéditos + Muestra poética de Alvaro Ruiz

Tres Poemas Inéditos

Como el loco del tarot

Como el loco del tarot leo e interpreto las señales
Los graznidos de los queltehues sobrevolando el claustro
El haz de oro que atraviesa las nubes
La piedra ovalada hallada en los verdenegros bosques de pinos
Que crecen a un costado de este promontorio frente al mar.

Como el loco del tarot observo el horizonte
Y en él nada dura más que la luz que alumbra
Las esquivas señales de un loco aparecido en el tarot.

De profundis

Ya no llegaré
Me he perdido
Me he extraviado en el camino
No sé si doblar o seguir de frente
Sólo veo molinos girando en lontananza
Polvorientas huellas en medio de tierras baldías
Alucinaciones inmisericordes en los ojos de los árboles
Receptores dopaminérgicos fuera de cauces
Aluviones de sangre y aguas servidas
Que van a dar al barranco que habito
Donde la única compañía feliz
Es un harapiento ángel de la guarda.

Ya no llegaré a Puerto Esperanza
Me quedaré aquí en lo hondo de mi espanto
En el desvarío de mi credulidad
Controlando la náusea y el vómito
Hasta superar la miseria de los hombres
Que prefirieron mentir y aferrarse a fugaces bienes
Que mirar la descomposición de la luz.

Ahí está el estigma de mi nombre
Pudriéndose en el horizonte.

Ya no llegaré a ninguna parte
He quedado paralizado
Me alimentaré de lo que otorga la naturaleza
Fabricaré otra vez un arpón
Y esperaré la oportunidad de atravesar con él
La voluntad obsesiva de mi desequilibrio
Que en busca de la nada perdió todo.

Confesión de un granuja

Por influencia del medio
He aprendido a ser un granuja
Un menesteroso
Un terrible hijo de puta de filuda cortaplumas
Un hombre que ve la puesta de sol y miente
Un chango alcoholizado aún recolector
Un orillero en la cartografía primera hispana
Cuando Drake, Morgan y Darwin paseaban por la bahía
En blancos veleros sobre el quieto vaivén de las olas
Echando anclas frente a esta tierra prometida
Polvorienta y llena de pulgas
Sin amor ni vides
Con la exactitud que otorga el paisaje sobrecogedor
Que es la alta y solitaria cordillera de Los Andes
Con los ojos siempre puestos sobre la blanca espuma oceánica
Donde atracaron embarcaciones de banderas inglesas y españolas
En medio de un cerebro inmensamente tramposo y hemisférico
En la metafísica de mi mal llamado corazón
Lo que no es menos duro que las rocas del Caúcaso
Donde Prometeo encadenado lloró la mariconada de los dioses
Y, por sobre todo, la eterna ingratitud de los hombres.

De Horizonte Vertical (2018)

Entre pestañas y la noche que amanece

Entre pestañas y la noche que amanece
Van quedando para el laboratorio del fotógrafo
Escenas difusas del día anterior
Instantes recapturados en la memoria del lente
Rollos de negativos sumergidos en líquidos amnióticos
Como en Blow up la reconstitución del crimen
El fotógrafo
Los ojos a través de la ventana
Imágenes de un parque centenario
Bandadas de aves atravesando el cielo hacia el sur
Hacia un Chile de bosques y espejos                                           
Entre las mismas difusas escenas del día anterior.

Mi vida es una arteria calcinada

Si yo supiera morir sin violencia
Expiraría a un costado del camino
Donde crecen aquellas flores amarillas
Que en México llaman de muertos.

Y miraría a través de tus ojos primeros
Espejos que espejean
La existencia de un difuso espíritu
Que solamente se refleja en las aguas de una secreta laguna.

Entre tú y yo hay un bosque
Extenuante y oscuro
De intenso y espléndido follaje
El cual a tientas debemos atravesar.

Lo haremos guiado por un faro imaginario
Que los dioses en el olvido harán encender
Sobre las copas de los árboles y del vino
Justo en la hora suplicante y débil
En que no creeremos en nuestro amor

Por razones mundanas
Difíciles de expresar
Sin embargo, nuestras vidas arderán
Y el fuego aquel será la luz de la leyenda.

La virgen de los tajos

Esta es la virgen de los tajos,
la insurrecta,
la medre de los suicidas.
Está llena de cortes y de dolor por ellos,
los poetas,
que ahítos, no soportaron el peso de los fardos,
la mediocridad del hombre insensato, de aquellos infames
que confundieron el presente con la eternidad,
ignorantes de que los muertos
son dos veces diez más
que los que aún poseen
el milagro de la vida.

Yo soy la virgen de los tajos,
tengo 25.920 años,
he dado una vuelta feroz y larga,
pasando y pasando
a través de continuos equinoccios y solsticios.
Soy la línea imaginaria entre los puntos opuestos,
una señal oculta entre los arbustos
bajo un cielo sin estrellas encendidas.

Yo soy la virgen,
yo soy la virgen de los tajos,
la librepensadora,
la inmisericorde,
la prisionera,
la revolucionaria, la señalada y la absuelta,
la peor,
la peor de todas.

Bajo la órbita de un astro perdido
cuya sombre rebasa mis sombras
y tal como el silencio silencia,
en mí un agujero traspasa el universo.
Por él observarás el pánico celeste,
un desorden perfecto en extremo preciso.
Nunca me interesó la felicidad,
Siempre algo de necedad encontré en ella.

Yo soy la virgen,
yo soy la virgen de los poetas,
a ellos rijo desde lo alto
de la única colina del valle,
donde los pastos crecen
irrigados por aguas cristalinas
y el sonido de ellas
los adormece en mi regazo.
Aún leemos a los poetas primeros
de todos los tiempos.
No doy nombres porque la poesía
es una y es sola,
un libro incompleto escrito sin vanidad.
Los ruiseñores se posan en mis brazos extendidos,
que es amor
a todos estos miserables suicidas.
En mí refulgen los siete estados de conciencia
y mi corona es una aureola violácea.

Yo soy la virgen de los tajos,
la virgen de los negros,
de cristianos y musulmanes, de judíos y araucanos.
Yo soy la virgen de todos
aquellos que sanan su espíritu en este tránsito breve.
La perfecta y trastornada por amor a los poetas.
Yo no rezo, le hablo a la creación,
que es mi padre
y le pido a su infinitud
una nueva rueda de madera
para que gire y como el dínamo haga más potente la luz.

Esta es la virgen de los tajos,
la protectora de desastres,
la inmaculada,
yo recibo a los difuntos poetas
cuando llegan a este nuevo estadio
y al verlos, enmudecen pálidos de curiosidad,
entonces les susurro en sus oídos que volverán a nacer
porque morir es mentira
y así, en aquel estado, balbuceantes palabreros,
los llevo al superior,
que como antes dije, es mi padre
y guardo sus poemas y sus memorias en mi corazón,
que es el sagrado,
en este valle que regento
por amor y por trastorno.

Álvaro Ruiz (Ottawa, Canadá. 1953) ha publicado los libros: Dieciocho Poemas. Alfabeta Impresores. Santiago, 1977. A orillas del canal. Alfabeta Impresores. Santiago, 1982. Es tu cielo azulado. Cran Impresores. Santiago, 1989. Casa de Barro. Cran Impresores. Santiago, 1991. La Virgen de los Tajos. Mosquito Editores. Santiago, 2001. Poemas del Sol. Municipalidad de La Serena, 2007. Cola de Gallo Poemas. Ediciones Calabaza del Diablo. Santiago, 2010. Prosa Reunida. Ediciones Albricias. Colección Tierra Elqui. La Serena, 2014. Horizonte Vertical. Ediciones Moneda. Santiago, 2018. Morir en Lima. Prosa. Ediciones Una temporada en Isla Negra, 2019.

Fotografía de Alejandro Balart.