Entrevista a Cynan Jones

Por Comité Editorial Elipsis

(English version)

Cynan Jones (1975) es un narrador galés que podríamos ubicar dentro de la tradición de William Faulkner y Cormac McCarthy. Sus novelas tratan acerca de la naturaleza y los seres humanos, de personas comunes y corrientes cuyas consciencias discurren sobre los oficios y paisajes que los rodean. Como lectores, acompañamos a sus personajes a caminar por una especie de fatalidad subyacente, que sólo a veces se manifiesta, y donde las personas y los animales vuelven a estar vinculados por las mismas pulsiones fundamentales y un mismo destino en común. 

A diferencia, digamos, de los autores del criollismo (o la última época en que la narrativa chilena se interesó por el campo), en la literatura de Jones no encontramos un fresco de la vida rural: en sus historias hay divagaciones, sentimientos, violencia, y sobre todo, una relación visceral con la vida y con la muerte. Sus descripciones de partos, anomalías y marcas corporales son tan crudas como poéticas.

No es fácil, hoy en día, encontrar a un novelista así: tan cercano a los elementos esenciales, y más fisiológicos, de los hombres y los seres vivos, en un momento en que tantos narradores parecieran obstinarse por posar de marginados en urbes cada vez más agotadas de sus tópicos y reiteraciones. Por lo mismo, cuando supimos que el autor de La Tejonera (Turner, 2014) tenía otro libro disponible en Chile, nos apresuramos a leerlo y comprobamos la fuerza de una novelística sobre la cual deberíamos tener aún más traducciones en el futuro.

Con motivo de su último libro en español: Tiempo sin Lluvia (publicado este año por Chai Editora, aunque aparecido hace algunos años en inglés), le escribimos a Jones para hacerle algunas preguntas acerca de su mundo literario, sus claves narrativas, y los motivos que lo llevaron a perseverar como escritor.

Aparentemente, algunos de tus personajes «humanos» están vinculados con un animal específico (una vaca, un tejón) y sus historias están narradas como líneas paralelas. ¿Es así?

Mas bien, trato de usar elementos del mundo natural como alegorías para hablar de la condición humana. Por ejemplo, en Tiempo sin Lluvia la vaca agacha la cabeza y procede sin prestar atención al mundo que la rodea. Muchos de nosotros nos comportamos así en nuestro trabajo, en nuestras relaciones y en otros aspectos de la vida. Sencillamente continuamos. En La Tejonera, quise escribir acerca de cómo tratamos de construir un espacio seguro para nosotros mismos, y para las cosas que nos importan, y cómo las fuerzas externas pueden irrumpir en ese espacio. El lugar del tejón funciona como la alegoría perfecta para esto.

El veterinario de Tiempo sin Lluvia realiza su trabajo sin hablar, instintivamente, mientras los animales lo aceptan sin hacer preguntas. ¿Ves a la escritura, asimismo, como una artesanía relacionada con el silencio, el instinto y/o el aislamiento?

Bastante. Si bien la escritura se trata, al final, sobre la comunicación, su proceso es silencioso e instintivo, y en mi caso, también aislado. Lo mismo pasa con el proceso de la lectura.

El veterinario posee una actitud silenciosa (y también de confianza y aceptación) para atender a los animales. Algunos escritores tienen esa misma relación con la artesanía de la escritura y con el «animal» de la historia. Se trata de una relación recíproca con el fin de hacer lo mejor por el «animal».

sin lluvia

En otras entrevistas has dicho que la honestidad, el riesgo y la originalidad son valores fundamentales en tu escritura. ¿Podrías decirnos qué consideras como un riesgo en la literatura actual?

Escribir es, en sí mismo, un riesgo. Arriesgas invertir tu tiempo, tus emociones y tu energía psíquica en un acto que podría fracasar. Por lo tanto, es importante que te comprometas con la escritura por el amor al acto en sí mismo. Si realmente amas escribir, entonces vas a trabajar en ello. Todo depende de tu habilidad técnica. Mientras más tiempo inviertas en la artesanía, menos veces vas a fallar.

En algún punto de su desarrollo, la historia te va a ir haciendo sus propias demandas: una forma específica, una duración, un tono. A veces esas demandas no encajan dentro del modelo popular y debes hacer una elección: atiende a la historia y arriésgate a que resulte diferente o compleja, o escucha a la industria y traiciona a la historia. Yo siempre he escuchado a la historia porque confío en los lectores más que en la industria.

«Creo que los lectores abrazan el riesgo y la experimentación cuando la escritura es honesta y técnicamente convincente»

Por ejemplo, Tiempo sin Lluvia es muy breve y su estructura es muy poco convencional, Cove es una novela de sólo 11.500 palabras, y Stillicide está construida por doce historias breves interconectadas, y aún así la editorial en Estados Unidos determinó que era una novela. En última instancia, creo que los lectores abrazan el riesgo y la experimentación cuando la escritura es honesta y técnicamente convincente.

Tus temas parecieran estar desconectados de las sensibilidades de moda. Escribes acerca de la naturaleza, los campesinos, la vida, la muerte, y las distintas mentalidades entre hombres y mujeres. ¿Has sentido algún tipo de rechazo hacia tu obra por este motivo?

Esta pregunta se relaciona con la respuesta anterior. Cuando me senté por primera vez con la intención de escribir una novela (tenía veintiocho años) estaba seguro de que a nadie le iba a gustar una novela sobre el oeste de Gales, sobre las comunidades campesinas, y sobre esa existencia tan física que mucha gente vive por aquí. Por lo tanto, traté de escribir novelas acerca de intelectuales y artistas glamorosos y complejos, en ciudades sin nombre, repletas de intrigas, oportunidades y amenzas. Eran pura mierda. Luego (dos años después, cuando tenía treinta) escribí Tiempo sin Lluvia en diez días, casi como hechizado. Ahí estaba el libro. Probó, sin dudas, que podía escribir historias a partir de la comunidad y el paisaje de donde yo venía.

«Traté de escribir novelas acerca de intelectuales y artistas glamorosos y complejos (…) Eran pura mierda»

Sentí que el libro era potente, aunque me preocupaba que encontrara su audiencia sólo en la localidad donde acontencía. Pero varios años después, luego de ser recibido en lugares como Egipto, Francia, Albania, Italia y Holanda, ahora esta aquí, ¡en Chile!

En Chile, la mayor parte de los libros publicados fuera de las capitales terminan siendo invisibles. ¿Cuál es la situación en el Reino Unido?

La situación es similar, aunque ha ido mejorando. Cuando yo publiqué por primera vez en el 2006, era difícil para un editor fuera de Londres que sus libros sean vendidos y considerados. Ahora sigue siendo difícil, pero la integridad de las editoriales más pequeñas ha resultado en el hallazgo de escrituras excelentes que han logrado abrirse su camino. Aún así, la exposición y las ventas de la ficción literaria siguen siendo ínfimas en relación con las cifras que proporcionan los libros masivos y sin imaginación.

Se podría argumentar que, de todas formas, los libros literarios terminan siendo invisibles dentro del gran esquema de cosas (a excepción de algunos títulos artificialmente publicitados). O quizás sólo ciertos individuos poseen el don como para verlos…

Nos dimos cuenta de que estás conduciendo sesiones de escritura. Hay muchos que quieren ser escritores, pero la mayoría de ellos lo abandona luego de unos cuantos años o después de su primer libro. ¿Por qué crees que algunos perseveran y otros no? ¿Existe un patrón? (¿Por qué tu perseveraste?)

Yo no creo que exista un patrón. Sólo existe el trabajo. Quienes desean volverse escritores sin trabajar, no van a conseguirlo. O van a perder su tiempo diciéndole a todos que son escritores en vez de poner las palabras en una hoja.

Yo perseveré porque amo el acto de escribir en sí mismo y el acto de «inventar algo». Yo perseveré porque quiero hacer algo difícil. Yo perseveré porque, desde un comienzo, me prometí que esto se trataría sólo acerca de la escritura y no de ser escritor ni de ser publicado. Escribir es un hechizo, una alquimia. ¿Por qué uno no habría de perseverar en eso?


Fotografía de la cabecera: Bernardine Jones.