Avenida Gabriela con el Peñón
El agua es ágil y no lleva
memoria consigo.
Y es ahí donde la micro se diluye por el vidrio empañado, donde se derrite el atardecer entre el tráfico de luces rojas y amarillas y verdes, y es ahí donde lo chileno pierde el rostro entremedio de la lluvia
El agua es ágil y sin
objeto propio.
Y por el flujo de la ciudad, se van caminando todos los espectros adentro de una adicta ballena metálica, donde su adolorido grito (adolorido del corazón) avanza hacia el pulso de un estanque de aguas servidas, hacia un canal residual del elogio de las cosas de la tierra
El agua es ágil y no lleva
memoria.
Avenida Gabriela absorbe a todos los desiertos perdidos con la caricia suave de una aromática papaya en conserva.
Por donde vivo, el pasaje Calixto de la villa Las Lunas, recuerdo que navegaba en una piedra gigante el rostro de Mistral, enseñando con la mirada la ventisca que inunda de violenta agua y constructora arena las aceras de las calles abiertas, confundiendo si se marchita la flor en las mañanas o florece la semilla por el claro-oscuro. Al cruzar el paso cebra, la calle nos presenta la abertura al cielito lindo de Vicuña, nacido de un puente alto hecho de mosaico, hecho de pobreza y delincuencia, hecho al sur de Santiago. La interzona periférica nos atraviesa agujereando el mudo nudo de la distancia, y la rueda sobre el lomo de toro sonó como el simple pinchazo de música subterránea que revienta el corazón en llama.
Tomando mis únicas 5 lucas de mi bolsillo roto, aparece el perfil de la poetisa, me alegra un chiste fome: pagaré con poesía lo que me mata.
Meta poemas en un macetero y riégalos con elogios de las materias de la vida; las fantasmales voces mistralianas expanden todo elemento psicológico, saborean el olor a la carne muerta del sentir, y reviven el hueso del recuerdo de una oración que me suena en la oreja como insecticida: el agua es ágil y sin objeto propio.
Toda mosca verá en la prosa gabrielana al invunche de toda la fauna del tiempo, se perderá en el desierto florido latinoamericano. Por medio de la lluvia brotarán los cantos espiritistas que sientan la sombra en el paradero y tocan con el cuerpo al manantial que gotea por los poros, el barro que cae al desagüe se transforma en tumba, y aparece el funeral como un desgarrado ritual lírico, corpóreo, territorial de todas las cosas que se van de mis sentidos. Morir ahogado en el cruce de Avenida Gabriela con el Peñón, me ha provocado que la cortada lengua de araucaria floté en tibia sangre, y me aproveche del agua caída para ir probando estos amargos frutos, dulces de la desolación. Todos los huesos que pillé, en el camino, los llevaré al Volcán y armaré en la reventada y golpeada plaza pública, el esqueleto de un poema que nace en una calle enrollada en una conversación que se irá apagando en el pensativo rostro de la noche.
AHOGA
hace semanas que está la loza acumulada en la casa
cientos y miles de tazas trizadas las cucharas de palo quebradas
algunas quemadas los tenedores con sus dientes chuecos
los cuchillos desdentados insertados
en las cavidades que dejan las distintas ollas edificadas
arrumbadas donde se hacen los tallarines rancios de siempre
donde se práctica la comida
las costras surcos de raspados colillas en vasos de agua bolsas que guardan
el pan duro envases plásticos despedazados bolsitas de té
petrificadas hace frío está mala la ventana
comenzaré por ordenar separar los utensilios del vidrio del
plástico de la loza me arremango la camisa y veo cómo se van
destiñendo mis tatuajes
giro la manilla
toco el agua para medir
la temperatura
el hielo tiñe de rojo mis rasguños el agua se desliza buscando caída
tomo el hervidor lo lleno a fondo prendo la luz
está loza lleva años en esta casa juntando bacterias y microorganismos
tomo la olla más grande y veo como la salsa de tomate se desprende
de las paredes quedan coágulos flotando desaparecen mientras
refriego emergen montañas de espuma
me imagino murmurando un pueblesía que hable de un puma me lo imagino como un sueño una historia sureña que ocurre cuando la pienso pero lo único que ocurre es ver como separo con habilidad autómata los platos del servicio las cucharas y los tenedores golpean los truenos los cuchillos rebalsan
las copas de agua
no me queda mucha lavaloza relleno la botella plástica con agua
de la llave
para que cunda el detergente la espuma aguachenta crece y
crece celdas y colmenas
espero que la olla se llene corto el agua hecho un poco de lavaloza se crea un poco de lavaza lanzo al fondo los cubiertos
sumerjo mis manos las pierdo tras el hielo
sumerjo mis manos y comienzan aparecer lunas llenas de
mantequilla cucharas con café y manjar a veces retratos
diluidos de manchas de té
sobre los platillos los tenedores tejen restos de lechuga con astilla
de hueso poroto verde cáscara de huevo
aparece la cuchara de palo me acuerdo de mi madre y de la
amenazadora
forma de enseñarme los oficios de la casa
cada utensilio lleva años en esta cocina
lleva
años sucia
cada plato contiene la comida cada momento de comida comer y desechar lo cocinado lo comido cada comida deja sus restos
en estos platos como si tuvieran la posibilidad de baño
de higiene tras la agresiva esponja
el cloro el chillido de la virutilla
la cebolla y la zanahoria parecieran ser el mejor abono para
transportar el recuerdo pero solo son restos que se lleva el agua
que cae desde la llave
restos que tapan la rejilla del desagüe
detrás del caos de a poco van encontrándose
pequeños frascos abre latas paños de cocina que se daban por
perdidos en su tiempo pero veo y encuentro el
mal estado de sus pliegues ya sea por quemaduras o
por el óxido impregnado
me provoca desear botarlos a la basura
como si el reencuentro ocurriera afuera de la vida y del
movimiento
como si llegará después de invierno
el sifón se tapa con comida
acumulada
se revientan las tuberías de PeVeCe
comienza a brotar agua
por el
piso
se llena en un segundo el lavaplatos
busco desesperadamente
la llave de paso
busco cortar el agua
al encontrarla mi pequeña esperanza de no morir
agotada por mi sed
por este desastre se diluye al quedar con la llave en la mano
un chorro disparado me ahoga y me baña
la cocina se inunda las cosas flotan toda la loza adquiere vitalidad
los restos de comida vuelven a juntarse haciendo pequeñas islas
donde las bacterias y microorganismos levantan mini ciudades
las hormigas recogen a sus muertos
en balsas de laurel
el agua ya me llega a los hombros su fría textura me inmoviliza
los huesos
la aleta del cuchillo carnicero navegaba aturdido por los remolinos
las corrientes endurecen la ruta inyectan al animal de curvatura y
deseo
se dirige justo a mi garganta como un misil como una pesadilla
donde me veo morir
la sangre comienza a teñir de vino las burbujas de oxígeno mi
sangre brota como una pileta veo como me ahoga la muerte
en un espectáculo público
estas hojas flotan como mi ataúd sobre el oleaje
(sub)marino
escribo estas últimas letras con mis ojos:
plasmaré:
que las bacterias robaron mi voz
que esta cocina se
llenó de agua
que me abrazo en la asfixia
que escribí un cuento como poema
me sumerjo
en un mundo que extraño
un mundo donde los objetos
absorben vida propia
y donde el agua
es una larga llama
de frío
una vez que mi cabeza toca techo el agua retrocede el impacto
sonoro me quebró el cuello todo el impulso del agua de la
cañería regresa se absorbe el líquido de mis pulmones me
bota al piso toda el agua se aleja de las cosas no deja charcos
la herida de mi cuello cicatriza
pierde calambre
en esta cocina el tiempo navega como un fuerte olor a comida
donde la esponja tras absorber la muerte se reseca limpiando
con ella toda
la sangre esparcida
al levantarme solo veo la luz del medio día lavar
mi rostro
(Versión en pdf)
Juan Pugga (Puente Alto, 1994) es un habitante de la ciudad de Santiago de Chile. Se inicio en la escritura desde temprana edad, trabajando varios años en el hallazgo poético de una técnica de expresión. Desde el 2019, ha podido publicar sus escritos en distintos medios digitales de Chile, Argentina y México. Mecha (2020) es su primer libro de poemas, su primer intento de dialogar con el vacío. En sus tiempos libres práctica la bibliofilia y la fotografía.