La última gota del atardecer
se escurre y se seca
en mi espalda
mientras los insectos de barro
se aferran a mi piel.
Nadie creería
que el mundo
ha cargado sobre mí
la ausencia del viento.
En la primera tarde de invierno
creí con seguridad
que el sol
nos había abandonado.
Lo vi caer,
bordeaba pinos altos
como un pétalo inútil
en una casa sin ventanas.
¿Por qué todos queremos llegar al cielo?
¿Acaso no es él
quien nos arroja piedras heladas
y nos deja a oscuras cuando
nuestras manos y nuestros ojos
precisan la luz?
En diálogos previos a la siesta
me contabas
lo que era para vos,
la libertad.
Ahora, algunas palabras de tu relato
me persiguen en bocas de otros,
por eso, alzo la cabeza
y digo que entiendo, que ya sé,
aunque,
no estoy segura de nada,
porque es la única forma
de fingir que nunca
me sucediste.
Pétalos con texturas
de labios violetas
besan sus tallos
y dejan sus lágrimas al borde
de la raíz
para morderse en primavera.
Porque todo aquello
que no se adapta
está destinado
a florecer
en el silencio
que habita
el día y la noche.
Sharon Gorosito nació en Pilar, Buenos Aires en el año 2000, donde vive actualmente. Estudia un Profesorado en Lengua y Literatura y una Diplomatura en Gestión de Mediación Cultural. En 2020 formó parte de varias antologías incluyendo el libro federal El beso que no di, de Ediciones Arroyo; la columna literaria “Vidas en letra” de Posdata Digital; y el blog de difusión poética Abrigo de pétalos. Publicó Caen las estrellas hasta tus ojos, su primer libro de poemas, con Halley Ediciones.