68
Cuidado,
estoy escribiendo
y los estoy odiando a todos.
No tengo miedo a salir por la boca,
ni sofocarme de puñales,
ni terminar de larvar sueños
que se tejen con fin.
He sacado con dolor
mi alma a las palabras,
la sangre de las líneas
y la muerte de ellas,
la soberbia escupirá,
será la imprenta
y las pequeñas hormigas
sus demonios.
Imposible conformarse con solo morir,
cuidado…
voy a escribir.
95
Mis pobres gusanos
nadie nos quiere.
Somos pedazos del vomito que nadie traga,
me siento triste
y lloro por ustedes.
Volvámonos polvo mis gusanos,
recojamos la ignorancia de nuestras palabras simples de ataúd,
partamos al valle de las cenizas
y nunca más escribamos.
Démonos por vencidos mis demonios
114
Me grita el cuerpo de paloma
como pichón con uñas.
¡ me enferma la comparación, los pichones,
las palomas, las uñas!
Me enferma todo
y yo enfermo a mis monstruos.
Se cae mi cuerpo,
detesto sentirlo muriendo,
me detesto por ser
quien soy.
Incendiado soy, consumido soy,
así las luces que se apagan en pleno desecho esplendor,
y siento lástima por ustedes
mis pequeños pedazos de carne,
mis pequeños monstruos
que escribieron las manos.
Tengo miedo a que mueran conmigo,
que hayan vivido para nada.
Inútiles como yo,
mendigos como yo.
Quisiera ser más para ustedes;
un mejor escritor
dueño de todas las palabras del diccionario,
envolverlos y sacrificarlos como el odio,
pero huyo lentamente dentro mío,
escondiendo la dulzura de los gusanos.
Miserables escritos,
tatuajes de mi miserable alma,
son el más sincero pedazo de amor dulce
en mi mesa,
a punto de ser basuras del mundo.
207
Y aprendí que yo era otra serpiente,
que también dejaba mi veneno por las tazas,
que vendía miseria como los demás,
que mis maletas eran bultos
que pesaban a muerte,
a silencio,
y que hacía de ellas
enormes de mentira.
Era como cualquier.
Un hijo de Dios,
que muerto al sol,
lanzó de piedras una soga a su cuello,
y se colgó erguido
de escritor ante sus buitres.
265
Dale un poco de luz a un poeta
y quedará perdido,
será una polilla,
expandirá sus brazos haciendo alas con las tizas,
levantando polvo
y mugre,
de la misma plaga muerta,
y dejará hambrientas amapolas
por las capas de barro,
haciendo hermosos humanos
que habitarán su alma.
Dale una astilla
y sacará un lápiz del frío
con el que hará su casa,
pedregadas nubes
y un perro con sombra,
al que pondrá a cuidar su puerta y sus letras,
envuelto en todas sus palabras,
envuelto en todos sus dibujos
como un brazo inútil mientras cae.
306
Me había prometido
no escribir más poesía,
hacer una pausa,
y aquí estoy haciendo un apéndice del corazón.
Yo imparable,
una cabeza enferma.
Zuleta Vásquez, nacida en Antofagasta el 30 de noviembre de 1979. Cursó estudios Administrativos, Contabilidad Superior, y posteriormente, un Diplomado en Gestión Cultural con mención en Fomento a la Lectura. En otras áreas, su interés por el dibujo y la pintura es algo que fue desarrollando paralelamente al avance de sus escritos. En sus cuatro libros: 101-201-301-401, se encuentran un leve registro que acompaña a sus poesías. Sus obras publicadas son 101-201, en el año 2020. Sus otros dos libros, 301-401 tienen su publicación pendiente para el presente año 2021, siguiendo el avance en lo que sería 501.