Dos poemas de Nazim Hikmet (por Ricardo Olave)

A principios de enero, un amigo inglés que vivió más de 20 años entre Argentina y Uruguay me saluda para desearme un feliz inicio de año, tras compartir conversaciones sobre el continente latinoamericano en la pensión que habitamos durante unas semanas. Paul acostumbra a aparecer con la recomendación de un autor o un libro imprescindible al que hay que encontrar, no importa el método, siendo relatado, leído de un libro o de un sitio de internet, primando la adquisición de la experiencia obtenida tras la lectura.

Esta vez, a diferencia de recomendar leer sobre las consecuencias del neoliberalismo en la estructura laboral británica, los consejos de un ganador del Nobel de la paz, o las certezas que el escritor E.M. Forster presentó a principios del siglo XX en un cuento futurista, dejó el paso de un poeta que conoció durante la espera de su vuelo al noroeste de Europa desde un aeropuerto de Estambul. “Si querés leer algo bueno de verdad, lee Nazim Hikmet, un poeta turco con una biografía muy interesante”, escribió, dejando dos links en inglés, dada la dificultad de encontrar sus versos gratis en castellano.

Quizás la fortaleza al acercarse a la obra  de Hikmet (1901-1963), más allá del optimismo que uno puede sentir al leerlo, está en la fortaleza de seguir escribiendo más allá de la aparición de la palabra. Al igual que Kafka o Pessoa, el turco nunca dejó de escribir, aunque su trabajo pudo ser conocido sólo recién después de su muerte.

Hikmet fue privado de su nacionalidad, transitando gran parte de su vida entre diferentes cárceles, sin perder la esperanza, sin corromper sus ideales, siendo el lirismo la característica que destaca en sus fragmentadas publicaciones, que producto del exilio de su Turquía natal, tras ser acusado de promover la ideología comunista, lo llevó a esparcir por diversas naciones europeas, siendo la Unión Soviética el lugar de su descanso final. Hoy es el máximo referente literario de su país.

Consejos para alguien que va a la cárcel


Si en lugar de recibir la cuerda

Esperas dentro

por no cortar la esperanza

de tu mundo, de tu país, de tu gente;

Si pasas más de diez o quince años,

o más del tiempo que te queda

no digas:

‘Mejor haberse colgado del extremo de una cuerda como una bandera’.

Debes insistir en vivir.

Puede que no sientas felicidad

pero es tu deber natural

resistir al enemigo

y vivir un día más.

Dentro de ti, una parte de ti puede vivir completamente sola

como una piedra en el fondo de un manantial.

Pero la otra parte de ti

debe involucrarse de tal manera

en el remolino del mundo,

que en tu interior te estremecerás

cuando afuera tiemble una hoja en el suelo a cuarenta días de distancia.

Esperando una carta en el interior,

cantando canciones melancólicas,

permaneciendo despierto toda la noche, con los ojos pegados al techo,

es dulce pero peligroso.

Mirar tu cara afeitado tras afeitado,

olvida la edad que tienes,

protégete de los piojos, y de las tardes de primavera,

y come tu pan hasta la última miga

y no olvides nunca la libertad de la risa.

Quién sabe,

si la mujer que amas ya no te quiere,

no es algo insignificante,

es como la rotura de una ramita verde y fresca

para el hombre que lleva dentro.

Por dentro es malo pensar en rosas y jardines.

Es bueno pensar en montañas y océanos.

Nunca dejes de leer y escribir,

y te recomiendo tejer

y platear espejos.

Lo que digo es que por dentro, diez años o quince años

o incluso más pueden ser superados,

realmente pueden:

lo suficiente como para que nunca dejes que la piedra preciosa

bajo tu pecho izquierdo se embote.


(Mayo de 1949)

Optimismo

Escribo poemas,

que no se publican

pero se publicarán.

Espero que una carta me traiga buenas noticias

tal vez llegue un día de muerte

pero llegará.

Sin Estado ni dinero

el mundo seguirá dirigido por seres humanos

tal vez ocurra dentro de cien años

no importa

pero esta es la forma en que va a suceder con seguridad.


(12 de septiembre de 1957, Moscú)

 

 

Poemas extraídos de la edición de The Guardian de 2002.


Ricardo Olave Montecinos. Nació en Temuco en 1997. Periodista de la Universidad de La Frontera. Ha participado en áreas culturales de diversos medios nacionales como El Austral de La Araucanía, LaRata.cl o Culto. Actualmente escribe en La Tercera y es parte del podcast dedicado a temas mapuche “Recado Confidencial Operación Wallmapu”, disponible en Spotify