Reseña a «No-Lugar» de Natalí Aranda Andrades

Lo que palpita, lo que tiembla, lo que aparece
por Luisa Aedo Ambrosetti

Captura de Pantalla 2022-05-03 a la(s) 15.40.02No-Lugar
Natalí Aranda Andrades
Komorebi ediciones
Valdivia, 2021
50 páginas

Palabras presentes a lo largo del viaje bajo el agua que emprenden los versos de No-lugar. Como una señal de abismos que no se pueden atravesar sin caer en el pensamiento. ¿Qué es un No lugar? desde la filosofía tanto Augé como Foucault caracterizan estos espacios como aquellos en los cuales existe una cierta transitoriedad y no una permanencia que sería el lugar en sí. Estos no lugares abundan en nuestros sitios cotidianos como el supermercado, un paradero o medios de transporte, donde el ser humano permanece anónimo. Espacios que no conforman ni otorgan identidad alguna.

Este No-lugar poético Aranda lo inscribe muy bien en el epígrafe que inicia el libro: “La poesía actúa por ausencia del poeta” de Roberto Juarroz. Frase no alejada de la poeta chilena Elvira Hernández cuando recuerda que ella “no es el espectáculo”. Natalí Aranda lo rescata en el poema 3 donde la voz dirá: “en el lugar de la ausencia aparece el sentido” (11). Esta acotación no es inocente al conocer a la autora de estos versos. De paso dejando claro que la lectura de estos poemas o de estos no lugares van a transitar en el espectro filosófico de la palabra poética, y es claro que desde la escritora este ha sido hasta el momento su interés. Como bien se observa en otro de sus poemarios Lo uno y lo otro y en el ensayo filosófico sobre la poeta porteña Ximena Rivera, el poema como huella. Tema que trabajo en su maestría en filosofía. La escritura poética- filosófica ha sido un trabajo con la palabra que requiere no solamente el esfuerzo intelectual sino la sensibilidad ante temas trascendentes, sobre las preguntas fundamentales del ser humano desde la antigua Grecia y más allá desde los primeros seres que construyeron  lenguaje.

En los poemas de No-lugar, una parte de la existencia humana queda al descubierto, si decir existencia no solamente corresponde al ser sino a entidades más escondidas en la naturaleza misma, recuerdo y evoco desde esta lectura a poetas mapuche como Elicura Chihuailaf o Leonel Lienlaf: este último en su poema “Transformación”: “La vida del árbol/invadió mi vida/comencé a sentirme árbol/ y entendí su tristeza”. Ambos en la pregunta ancestral por el árbol, el pájaro trucao o el viento. Mismo afán, distinto lenguaje que ahonda en No-lugar en esta triada singular entre lo poético lo filosófico y lo místico. Cito de No-Lugar: “El amor/la piedra/el árbol/la luz, /el poema./ Todo lo que demora es un camino hacia dentro”(19). La voz escarba en la palabra, la muerte y lo sagrado.   

En los poemas de No-lugar se concretiza el mismo concepto, seres-entes que transitan anónimos: “Tiembla una sombra de árbol/sin árbol/que detenga la hondura,/el salto infinito/al centro/al árbol/a la palabra que hiere/como existencia” (10). “Donde la muerte se encarna muero en el río” (41). El elemento de la naturaleza, los símbolos sagrados, dios, un demiurgo o un poeta encriptado en la incapacidad de conocer su real esencia, una naturaleza amable desde la tibieza del poema.

La delicadeza de escribir sobre los nombres, y no recurrir al cursilerismo utópico, o la franca torpeza de forzar una escritura docta, nos lleva e ilumina No-lugar en un lenguaje sencillo. Que se sumerge en las cavilaciones de un ser, más que de un humanoide concreto que intelectualiza.

¿Aforismo poético en No-lugar? Quizás un único espacio posible para recorrer el mundo. Tal vez la única mirada fiable para encontrarse y reencontrase en un pasaje, al devolverse de una calle sin salida en Valparaíso o también de la vida misma y ausente. El poema escrito en lo que no está. En lo que no permanece, como palabras que se derriten en un fuego siempre vivo heracliteano, en un constante devenir de los sucesos y fenómenos, letras que se han configurado para caer al agua y desaparecer en un movimiento, un eterno fluir del pensamiento.

¿Hay alguien que respira?/la pregunta siempre la pregunta (21)

El No-lugar como este lugar del tránsito, de la no permanencia, sí una, en los nombres más que en el sujeto que enuncia. Una huida del pesimismo del lenguaje filosófico, un árbol que cobija unas horas al día con su sombra nunca quieta, para luego desaparecer. Escapar del fuego es imposible paras las voces desterradas de no lugar, un respiro donde el que inhala no sujeta ni un poco de aire en los pulmones del mundo. Los no lugares donde habita la poesía de Natalí Aranda sin dar un cerco al espacio, en esa ausencia que palpita, tiembla y aparece una y otra vez en los poemas como voces etéreas que no buscan refugio, como cuerpo sin cuerpo que se muere en el río y no, un constante fluir.

 

Texto de contracubierta

No-lugar, el segundo y enigmático libro de poemas de Natalí Aranda Andrades, se conforma por textos que a través de la palabra poética, intentan aproximarse a la apertura, a lo que se intuye y acontece en la creación. Una palabra que no se apropia de nada, que no reduce, que no nombra, y que es sólo eco o temblor de un espacio al mismo tiempo otro y muy cercano.

Experiencia que se aproxima a lo sagrado, una búsqueda que intenta experimentar lo inmediato, el origen que acontece en cada instante. De hacer de lo cotidiano una puerta hacia el misterio que escapa a todo reduccionismo y a todo lenguaje conceptual.

Los poemas de No-lugar son pequeñas intuiciones o sacudidas, que junto con desestabilizarnos, nos invitan a realizar un viaje donde la materia y la consciencia vuelven a conectarse. Un deslumbramiento ciego en el que se entrelazan la poesía, la filosofía y la mística.


Luisa Aedo Ambrosetti (San Antonio, 1982). Poeta, profesora y licenciada en Filosofía y Educación, Magíster en Literatura Chilena e Hispanoamericana. Actualmente es candidata a Doctora en Literatura Hispanoamericana Contemporánea de la Universidad de Playa Ancha. Ha publicado los poemarios Desierto marino (Edipos ediciones, 2018) y Desmarejada (Ril, 2020). Sus poemas han sido incorporados en diversas antologías.

Imagen de la cabecera: Natalí Aranda Andrades.