Para mí, los poetas, antes de ser los guardianes del secreto, siempre fueron nombres de calles. Lugares comunes donde los vecinos aún caminan, salen a buscar pan para la once y regresan de sus trabajos a sus casas de noche.
Nombres de poetas que coincidan con otras calles de oficios, elevando incluso un mensaje entre líneas. “Déjeme en Los Filósofos con Jorge Teillier” mencionan los vecinos al bajarse de la micro. Los protectores de la disciplina del pensamiento analítico conversan con el poeta de Lautaro, se reúnen en la esquina a conversar lo que cada uno piensa. Postes indicadores, placas de la calle que se convierten en seres complejos que habitan entre nosotros.
Pienso en esto al ver que las calles de Coímbra poseen placas indicando el año de nacimiento y la labor de cada personaje. Bernandím Ribeiro, poeta del siglo XVI, es el pasaje en el que vivo desde hace unos meses.
La duda apareció frente a este personaje, del que existen vacíos en torno a su vida y obra. Llama la atención desde un principio al saber que estuvo involucrado en la conspiración contra Juan II de Portugal, considerado como el Príncipe Tirano. Si nos enfocamos solo en sus escritos, Ribeiro transitó entre la poesía y la novela durante su vida, incluso viajando un tiempo a Italia como residencia literaria.
Fue en tierras itálicas donde, inspirado en la belleza del campo, sus animales y colores naturales, que llegó a escribir poesía bucólica, donde el yo visita lugares, medita en tiempos pesimistas, conversando con el entorno los problemas personales. Hay amor y anhelo en sus versos, así como imágenes que son palpables.
Pese a la lejanía física con el autor, Ribeiro utiliza recursos que logran conmover hasta estos tiempos. Interpela al yo poético, lo lleva al bosque a llorar, a liberar esa nostalgia contenida en los rayos de sol matutinos.
El homenaje que la ciudad realiza al poeta se suma a su importancia para las letras lusas. Los poemas traducidos son parte de la colección “Os Mais Belos Poemas Portugueses Escolhidos por vinte e cinco poetas” (Modo de Ler, 2017), encontrando la posibilidad de leer y convertir un pequeño fragmento de una obra difícil de encontrar en castellano. Pienso en la calle, pienso en los barrios de Temuco que resisten con nombres de escritores en el tiempo, que están ahí, esperando ser leídos.
Canción (Cantiga)
Perdido y desterrado
¿Qué haré? ¿A dónde debo ir?
Después de la desesperación
Otro desamor encontré.
Desconsolado de mí mismo
En tierra ajena me extendí,
Donde por remedio vine
Al cuidado de mi ganado.
Pero, oh desdichado
De mí, sin consuelo
Me temo que me veré obligado,
desde que soy desafortunado,
A matarme con mis propias manos.
¿Qué cuentas voy a dar ahora
a quien no me ha de preguntar?
¿Qué excusa voy a dar ahora
a quien no me ha de escuchar?
Flauta, regalo de mis más queridos
Cubre esta noche oscura,
Mi flauta, ¡estoy perdido!
Hazme una sepultura,
Llevo demasiado tiempo sin vida.
Escriban en la tumba
letras que digan este arte:
«El amor está en otra parte».
Si le complacen los largos años
Y los tiempos que han de venir
Que de estas graves heridas mías
Celia escuche una parte,
Dondequiera que triste esté,
Si ella, apartada de mí
No soporta sus lágrimas ,
Mi alma será apagada,
O lo que entonces ha de ser mío.
Si no deseo nada,
Todo está por pasar,
Que allí los ojos me han de llevar.
Los días, contados, han huido,
Las noches solitarias se volvieron
Tristes como nosotros.
Jano, esta es la canción,
el grito final que fue;
y, porque he salido de la fatiga,
Confieso que así lo quería.
Pero si el alma y el entendimiento
No mueren con el cuerpo, la pena
permanecerá conmigo. Vamos, me voy a sentar.
Es hora que el ganado vaya al agua;
También hay tiempo para el tormento.
Sextina
Ayer se posó el sol, y la noche
cubrió de sombra esta tierra.
Ahora ya es otro día,
todo retorna, el sol retorna;
Fue sólo mi voluntad
¡para no retornar con el tiempo!
Todas las cosas, por tiempo
pasan como el día y la noche.
Una sola, mi voluntad,
no, ese dolor conmigo lo horroriza;
Lo cuido mientras hay sol,
Lo cuido cuando no hay día.
Apenas quiero perecer un solo día
Cualquier otro día y hora,
que el sol hoy ha posado sobre mí
Donde sólo temía la noche;
Me tengo solo a mí en la tierra
bajo mi voluntad.
Dentro de mi voluntad
no hay un momento del día
que no todo es tierra;
Ahora le echo la culpa al tiempo,
ahora retorna de nuevo en la noche.
¡En el momento que el sol posó sobre mí!
Primero no habrá sol
Para que pueda descansar a mi voluntad.
Una noche oscura se apoderó de mí
en el recuerdo de un día,
apenas, porque había tiempo
Y porque todo era tierra.
Debería ser todo tierra
todo lo que hay bajo el sol,
Dame descanso, porque el tiempo
Vengará mi voluntad,
si no que antes de este día
¡Cuántas noches van a pasar!
*La traducción se realizó utilizando el “Diccionario español-portugués” (Porto Editora, 2007) en compañía de diversos traductores y diccionarios digitales. Además, se pidió ayuda a hablantes nativos en ciertos conceptos para mantener la estructura original donde prima la rima consonante.
Ricardo Olave Montecinos nació en Temuco en 1997. Periodista de la Universidad de La Frontera (UFRO). Ha trabajado en medios como Culto en La Tercera, LaRata.cl o El Austral de La Araucanía. Publicó Enclaustro (Tortuga Samurái, 2022), su primer poemario. Uno de los poemas es parte del libro Poesía en Tiempos de Crisis, organizado por la Ufro, junto con ser parte de la selección de cuentos de la edición 2021 de Araucanía en 100 palabras. Actualmente reside en Portugal.