«Lejos del ruido» de Nelson Paredes (selección poética)

La otra mitad

En la mesa el editor poda mi texto
de igual forma como hace un minuto
trozaba el pollo a las brasas.
La televisión muestra la entrevista
de la nieta de un desaparecido
El único recuerdo que de él guarda la familia
es una fotografía que los milicos rajaron
en la que quedó la mitad de su rostro.
Termino de comer y bebo mi copa de vino
Pienso en el poema tarjado y en las imágenes de la pantalla
El editor sonríe y limpia sus manos con la servilleta
Él es parte de esta historia
en la que agrego el nombre de un carpintero que no permitiré que borre:
Mauricio Curiñanco Reyes
Este poema lo invoca
Este poema es su luz
La otra mitad del rostro.

Reflexiones a través del agujero de un calcetín


Hoy compré calcetines de cobre
Al llegar más tarde a casa
y botar las calcetas antiguas
en un acto instintivo introduje mi mano en una de ellas
iluminándose en la memoria la ampolleta que mi madre colocaba al remendar.
El agujero fue un túnel de luz
Un rotativo de imágenes retenidas tiempo ha:
Mis padres felices Los años felices
El cobre es nuestro
Todo trabajador tiene derecho al descanso dice el Chicho
Primeras vacaciones fuera durmiendo en escuelas
Sur de Chile
Un lago verde esmeralda
Verde esmeralda el sueño de un pueblo
Verde esmeralda el sueño de un niño.
¡Ah! Cuánta nostalgia entra por el agujero de un calcetín
Y utopías perdidas
Como este mi puño tristemente confundido
al salir de la calceta
Al pensar pensar
que hoy compré calcetines de cobre
sin preguntarme siquiera si este es nuestro
o del royalty la contaminación de los ríos
y los glaciales destruidos
y recordar que hubo una vez un lago verde esmeralda en la vida austera de mis padres cuando se zurcían las calcetas.

Turbulencias


El avión que avanzaba
Como una barca que se mece plácida
Ahora se agita en turbulencias.
Camino al aeropuerto el conductor del taxi
escuchaba radio.
Celebraban la primera transmisión radiofónica
Allá por el año 1920.

La mente es un artefacto extraño
recordé aquel día en mis catorce
en que se acallaron por la fuerza las radios
De una de ellas se esparció con voz grave
la palabra Esculapio como marcapasos de la muerte.
Esculapio Esculapio Esculapio
La contraseña repetida
Mientras avanzaban tanques
Aviones camiones militares
tropas salvajes de rostros tiznados
una telaraña de odio y la sangre que corría como ríos por los ríos hacia el mar.
Turbulencias
Algunos pasajeros han dormido plácidos
ajenos a ellas
Por la ventanilla un reflejo oblicuo
hace de tu rostro Maritza un bosquejo de luces y sombras,
y la cordillera se alza como una postal de mi país
mientras el avión se apresta para el próximo aterrizaje
y desciende en un transitar acompasado
como una barca que suave se mece.

Tus muertos


Hay un cuerpo en la calle.
Un cuerpo tendido.
Eso escucho de quienes vienen de ahí.
Un cuerpo en la calle como si fuera la hoja caída
de un árbol,
una colilla de cigarro, el envoltorio de un helado.
Un cuerpo tirado con una tropa de curiosos
observando,
como yo cuando camino y me sumo a los mirones
y compruebo que es cierto,
                                                                           que hay un cuerpo en la calle,
un bus detenido a un costado
                                                                                  una ambulancia y policías
tomando fotografías en el sitio del suceso
en una escena que parece de una serie policial
(la película del día),
la de un cuerpo tendido en la que todos miran y
                                                                                                    los más callan,
cuando piensan que podría haber sido uno de ellos
                                                                                                    quien cruzaba.

Pero no, es ella, es ella,
una mujer que jubiló a los sesenta hace pocos
meses y que se vino lejos de la capital,
de sus ruidos y sus miedos a esta ciudad tranquila,
tranquila para vivir.
Pero en un segundo la vida.
En un segundo la muerte.
Hay un cuerpo en la calle un cuerpo tendido y
policías, paramédicos y mucha gente que mira.
El tránsito cortado, bocinas en aumento
y una luz que gira y gira. Otra ambulancia que llega.
Es el vehículo de los forenses que se bajan
con sus buzos blancos de astronautas
o de ángeles tal vez que viven para el traslado de almas,
que introducen el cuerpo yerto en una funda,
un sobre de plástico azul mientras la gente enmudece,
un cuerpo que desaparece en el frío
                                                                                  y lento deslizar del cierre
como si fuera una última paletada y nadie
dice nada y no hay más.
Y te preguntas quién sabe si no hay más en ese
sobre que lleva dentro una vida truncada.
Lo intuyes y te duelen
Son tus muertos
                                         Son tus muertos
                                                                                   Todos tus muertos

Cruce


Hay veces que los objetos se invisten
de un sutil halo de misterio
Una fotografía en sepia
hallada en la feria de antigüedades
–del abuelo que no conociste–
puede ser un puente entre dos tiempos.
Un hilo invisible
Resonancias de un eslabón perdido
Es así que esa mirada pretérita
que regresa y te mira en un cruce no señalizado
habla de deslindes difusos
de territorios donde habitan enmarañadas
la vida y la muerte.

¿Qué debo hacer?


Mientras hacía orden en un armario
hallé sobres con exámenes de mis padres.
De nada sirven pues ellos ya están muertos
pero de todos modos husmeé.
Un electrocardiograma informa de una cardiopatía que papá nunca contó.
En otros está la evolución del cáncer que finalmente mató a mi madre.
Los informes son técnicos fríos
ajenos a lo que entonces sucedía en la familia.
Mi madre escuchando en las mañanas radio Cooperativa con noticias de la dictadura
la cesantía de mi padre y la depresión
que lo iba minando.
Pero de todo lo que encontré lo que más me impactó
fue la radiografía de la dentadura de mi madre.
Ella me acompañó por una semana
con su sonrisa esqueletal desde la repisa en que la puse.
Una sonrisa que se difuminaba en el transcurrir del tiempo
y que por un resquicio entre la vida y la muerte
se me aparece para que no la olvide.
En fin, he reunido todos los exámenes
y pienso qué debo hacer
si dejarlos donde estaban o tirarlos a la basura.
Y si los boto
¿Tendré que colocar nuevos sobres en el armario?
Mis exámenes, por ejemplo
El escáner del cerebro
de cuando hice corto circuito por algunos segundos
o las radiografías de mi columna maltrecha.
Para que alguno de mis hijos los encuentre cuando ya no esté
y se pregunte
                                          ¿Qué debo hacer?

En la carretera


Un camión en la carretera lleva pintado en su portalón trasero
el rostro de un Jesús sufriente en blanco y negro pero de ojos celestes.
Jesús debió ser mujer.
Lo dijo mi hermana en un trance de iluminación
(brote esquizofrénico dijo el psiquiatra).
Jesús es Jesusa
El Espíritu Santo no sabía de espermatozoides
Y es xx la información genética del óvulo.
El machismo de la Historia coló el xy.
Ahora que ya no estás, Viviana
O sea que no estás, pero si estás
saltan a la palestra listas de religiosos pedófilos
abusadores en nombre de Dios,
que si manejaran camiones escribirían en ellos
Jesús es mi guía.
Veo ese retrato en un camión en la carretera
y te imagino a ti, hermana
tú que dibujabas,
borrando barba y bigote
y lápiz en mano delineando el rostro de una mujer.

Lejos del Ruido


Los turistas quieren sol.
Sol para sus cuerpos bronceados
Sol para el atardecer.
La poesía quiere otra cosa
y brota en llovizna que bruñe el rostro opaco de las veredas.
Los turistas quieren sol
Mas la poesía quiere otra cosa
Y cómplice de este invierno pasajero
Esconde el Sol
en el poema.

Termitas


No es lo mismo la borra después de un café
Que este polvo acumulado.
Resulta que estas convidadas de piedra
se han comido el marco de la ventana.
Investigo sobre ellas.
Me entero que tienen un rey copulador
y una reina que fecunda a raudales.
Obreros sumisos que cavan galerías
y soldados prestos para atacar.
Pero ahora las intrusas han llegado demasiado lejos
Profanan mi escritorio
donde guardo antiguas cartas
fotografías poemas inconclusos.
Me doy cuenta de que el escritorio
se parece al mundo
y de que hay poco por hacer.
Solo salvar lo que se pueda
Trozos archivados de tu historia
Porqué tal vez la vida se trate simplemente de eso.
Resistir mantenerse a flote asido de un madero
que sabes tarde o temprano
se comerán también las termitas.

Melancolía de un cuarzo


En la oficina y apegada a la ventana
veo la piedra de cuarzo que un día traje
para la armonía, las buenas vibraciones.
Por primera vez reparo en su opaca anatomía
la que antes era de un blanco resplandeciente.
En la calle trafican presurosos autos gente
migrantes morenos con su lengua que no entiendo.
Pero al cuarzo en su soledad nada de eso parece
importarle.
Sumido en una extraña nostalgia
su mirada triste se mantiene fija en la montaña.
Hasta que llega la última luz de la tarde
que lo abraza          nos abraza
y vuelve a sonreír como en su tierra lejana.
Por un instante el cuarzo y yo somos uno
pero entra la noche y otra vez
nuestros mundos se distancian.

Ley de gravedad


En la plaza un predicador le habla a su pequeño rebaño acerca de la ley de gravedad:
No se ve, pero está ahí entre nosotros
Igual que dios
No somos nada sin ella, les dice
lo mismo que sin

dios.
Me confundo
Recuerdo que el creador castigó a Adán y Eva por una manzana
que afortunadamente milenios después recogió Newton
para poner nuestros pies sobre la tierra.
Doy gracias a la ley de gravedad entonces
o a dios según sea el caso
y que manzana rebaño
y hasta el mismo predicador
caigan todos por su propio peso.

Lección de un amigo poeta


Mi amigo el poeta dice
Que hay que inventarse
Fabricar
¿Una máscara?
¿Un traje a la medida?
Recién ahí eres poeta
Personalidad y estilo de vida acordes
Tal vez si lo logras
Como tal te reconozcan
Corolario:
Hay que inventarse
Una vida de poeta
Todo eso dice mi amigo
Mientras me rasco la cabeza
Tratando de entender el sentido
(oculto supongo)
De sus últimos poemas.

Cadena alimentaria


Migrantes revisan en contenedores
desechos de una carnicería
Huesos
                      Mandíbulas
                                                   Costillas
No son los únicos
Más allá dos indigentes husmean en las sobras de un restorán.
Laceran los minutos esta gélida noche ante la proximidad del camión recolector.
Camino rápido y me acompaña el aroma del pan caliente que llevo a casa
mientras deambulan perros embravecidos
en este invierno que trastoca el orden de la cadena alimentaria.

Primeras maniobras al despertar


Descorrer los visillos para que entre el día.
Sacudir los vestigios de la noche.
Vislumbrar en el trino de los pájaros la poesía de lo cotidiano.
En fin.
Lavar las palabras.
Así, como se lava el rostro.

*Todos los poemas pertenecen al libro Lejos del ruido (Casa de Barro, 2021).


Nelson Paredes. Viña del Mar, 1959. Ha publicado El Tranquilo Existir de las Palomas (cuentos), Ediciones Casa de Barro, año 2013. Delirios (cuentos), Ediciones Casa de Barro, año 2017. Muñequita Rusa (plaquette), año 2015 y La Mirada de Tartufo (plaquette), año 2021. Ha obtenido Becas de Creación Literaria, del Fondo del Libro, Consejo de la Cultura y las Artes, los años 2011 y 2015, y Beca de Creación Literaria, del Fondo del Libro, Ministerio de la Cultura, las Artes y el Patrimonio, en 2020. En año 2017 obtiene el Primer premio en “24° Concurso Literario, Fernando Santiván (mención Cuento), de la Corporación Cultural Municipal, Valdivia, con el relato Una bella noche para bailar Rock.