Poemas del libro «Antiquariat» de Guillermo Riedemann

 

GEOMETRÍA

Si supieras el nombre
de estos árboles,
si al mirarlos un lugar
conocido reapareciera,
¿qué cambiaría?

Siéntate entre ellos
dijo uno,
un monje tampoco
agregó algo más

Son cuatro, no tres
como pensaste al llegar
a ese patio que parece
el hogar de todo silencio
Opuestos y congruentes
los troncos esbeltos crecen
inclinados hacia el interior
No precipitan
la bella voluntad
de tocarse en el centro

 

 

 

ESCARCHA

Pellaifa es el nombre
de esa laguna a la entrada
de la cordillera

Una vez fue un glaciar
entre las montañas

En la cumbre hay nieve,
en el centro del lago, árboles

La sábana de agua abre los brazos
a la visitante amorosa

Quien llega allí vive para siempre

 

 

 

RIEGO

La casa de una planta
tiene raíces que se reúnen
en secreto
con los delgados dedos
de los manzanos

Una regadera dibuja
círculos en la tierra

En silencio maduran
las palabras
-cabeza de niño
corazón de paloma-
pendientes de las ramas
que el viento saca a bailar

Tal vez la quietud del horizonte
y el temblor de las raíces
sostienen a esos viejos
amores del abismo

 

 

 

EXEQUIAS

Ni carroza ni gualdrapas
negras. Mucho menos procesión
frente al noble cuerpo
de bomberos, por las calles
que cruzan la plaza principal
y los balcones de intendencia

Ni discursos, golpes en el pecho
cocimientos y bebidas,
odiosas reuniones a gritos
para reírse del ausente

Después de todo lo supimos
desde el comienzo, no obstante
pretenciosos y niñas de papá

Entonces, si me dan a elegir
elijo la fosa común

 

 

 

PARAÍSO

La risa al interior
de tu silencio
cuando algo te enfada

Tus labios dentro
de la canción
que no puedo recordar

La memoria de ti
en la memoria del río
Allí está el Paraíso

En el saludo del agua
al viento que vuelve a pasar

 

 

 

VÍSPERA

Las hormigas rondan
por turnos los manzanos
pero las manecillas del reloj
sostienen apenas un segundo

O todos duermen o ya se han ido

Sin embargo, nunca aprendimos
el trabajo de la hormiga
y la lluvia predice la deriva

Peor aún, confundimos esto último
con un par de zapatos,
una almohada, un sombrero,
unos caballos salvajes

 

 

 

ARENISCA

Cómo es un ángel ciego
en el fondo de las aguas
hace millares de años,
no podemos entenderlo

Centenares de generaciones
después cruzan la roca
que fue horadada
por temor y delirio

Túneles del ánima sin luz,
tumbas de los cuerpos
apagados, esa reunión
de hueso y piedra sin fin

Sin embargo el porvenir
suponen, la idea
de lo impensable
en los sigilosos siglos

Un círculo o una estrella
de mar, un amanecer
y una tarde en abrazos
fuera de toda órbita

 

 

SISEO

La tribu de la amargura escribe
sobre un vidrio húmedo
palabras que enseguida
se deshacen

Olvidamos la historia
que dejaron de contarnos,
entonces pensamos en un sueño
que se repite como si quisiera ser real

Los silbidos del viento
bailan en tu blusa marrón,
en tu pañuelo verde

Cerca de un río levantas
los brazos como si te rindieras
pero de tus manos abiertas
crecen cerezas corazón de paloma
vigiladas por hojas que algo dicen

Pronto van a volar y se dormirán
sobre el pasto sediento

Pensamos en esos extraños
hechos, ¿acaso iremos esta tarde
a caminar descalzos?

Otra vez sentimos miedo,
no queremos mirar la ventana,
entre tus labios el hilo
de las palabras susurra
que todo sigue siendo posible

 

 

PAN

Perdido en zona ciega
revuelve harina con la yema
de los dedos y agrega
el silbido del tordo a mediodía

El pájaro canta y enmudece

Señal de los ancianos
que levantan la mano abierta
y dejan de respirar

 

 

 

 

FRÍO

Primero el nudo,
el vértigo, el mareo,
ese intenso temblor
vuelto pálido goce

Qué habría de pasar
si regresaran, para ser
de nuevo principiantes,

principiantes
al encuentro de la punta
del cuerno del ciervo

y las palabras
que permitirían contarlo


Imagen de la cabecera: https://collections.artsmia.org/art/107181/spring-landscape-with-trees-onorato-carlandi