Textos escogidos de «fuera de tiempo» de Lilian Elphick (Eutopia/BGR, 2022)

FRANZ

Tanto he escrito acerca de ti, mi escritor favorito, que me transformo en la próxima página, esa que espera ser descubierta por el registro del suceso y la enfermedad incurable. Peregrinaste de balneario en balneario en busca de mejores aires y tu única exhalación fue la construcción de mundos en donde el absurdo se erguía como monumento a los caídos. Por eso elegiste el trapecio para escribir y vivir siempre en las alturas, en la vacilación, a cargo de tus horas. Supiste domeñar al tiempo que dio, finalmente, un paso al costado.

Vives en todos los que deseen estar en el margen con una astilla de luz clavada en los dedos.

 

EL DOLOR

«Escribo porque olvido/y alguien lee porque no evoca/de manera suficiente».

Lingüística General
Cristina Peri Rossi

Desde mis fragmentos y requiebres escribo, tamborileando los dedos en el intento de buscar la palabra precisa que me lleve a los confines de la tierra, donde todo es posible, y el texto se deslice como arena en los zapatos, se haga humo, se impregne de la mirada de los fugitivos que pasan caminando de un país a otro. Entonces, llega el abandono. Los atardeceres nunca serán mejores que el que ahora tiñe mis manos, dándome la historia que no tuve y el amor que no me fue concedido.

 

SAKURA

Cuando florezcan los cerezos, mi vida, te levantarás temprano y caminarás entre las ruinas buscando tu casa, tu reloj, la carta que ya habías perdido y recobrado. Las mil grullas de papel aún esperan para echarse a volar por aires más limpios, sin el estruendo cegador, lejos del polvo y la muerte, distantes del fuego. Cuando florezcan, mi vida, esos abrazos, renacerás en cada pétalo y en cada aroma. La ceremonia será sencilla: besarás tu piel desintegrada y crearás otra forma que permita la caricia necesaria.

 

AQUÍ NO HAY NADA 

Luego de desbrozar el silencio que nos pertenece, de borrar las huellas y corregir nuestra escritura hasta el mismo vacío, llevando la mirada hacia otros parajes más agrestes aún, más enmarañados, repletos de significados que no comprendemos ni alcanzamos. Luego de todas las verdades, devoramos el cuerpo de lo real y caemos en esta miel, esta melaza, este sopor líquido y pegajoso llamado nostalgia. Porque no hay ni habrá vergüenza para la contemplación del silencio. Caen los símbolos y se azota el mundo entero, como aquellos árboles viejos desplomados por el viento.

 

LA DIFICULTAD

«Donde el tiempo pierde todo ritmo, donde se precipita en lo abierto y vacío sin soporte ni dirección, desaparece también todo tiempo justo o bueno».

Byung-Chul Han
Por favor, cierra los ojos 

Un cierto día, la mujer optó por no salir más al mundo. Se encerró en su casa dispuesta a no hablar, a no salpicar el techo con palabras. Así, urdió un interminable juego con una soga que anudó y desanudó, firme como su inquietud, pero tan dócil. Adiestrada y mansa, la soga acarició sus manos y luego las piernas, subió y subió hasta que la mujer cerró los ojos y añoró, en la crispadura del silencio, volver a la imperfección: le habló a la soga. «Ven a mi cuello», le ordenó, «y tensa mi dolor hasta acabar con él».

 

LA SUCIA ESPERANZA

 «Aún me queda una sucia esperanza. Cuento, a pesar mío, con una solución de continuidad del instinto: lo equivalente, en la vida del corazón, al acto del distraído que se equivoca de nombres y de puertas».

Marguerite Yourcenar
«Antígona o la elección» en Fuegos»,

Como si el retorno a la cotidianidad fuese un remanso en el pedregal de la vida, vueltos los ojos hacia el interior de la mirada; como si no bastara mi amor por ti, ciega ya, tanteando las verdades y las mentiras y los modos de recordarte y atraerte hacia la palabra que entona esa sucia esperanza; abatida, entonces, suelto amarras y te libero, cuerpo mío.

 

EL VACÍO

El poeta sale de casa a barrer las hojas del pellín con las palabras al borde de los labios. Recolecta toda la mañana, disponiendo una montaña mullida que el viento dispersa. Lloverá, como siempre, a las doce, pero el poeta se mantiene firme en su propósito: las hojas que se han esparcido se estampan en las suelas de sus zapatos y él las va sacando para dejarlas en el cúmulo que ya está hundido al centro por el agua.

Él no sabe cuándo empezó a barrer ni sospecha cuándo terminará.

Las palabras, como las hojas, se le van de las manos.

 

LA LETRA INNECESARIA

Iremos por las extensas planicies de la memoria, limpios, sin futuro, arrastrando nuestra inocencia sin nombre. ¿Podrá el amor eximirse de la letra innecesaria? ¿Podrá cabalgar la enorme distancia que hay entre un texto y otro, para permitir esa exquisita libertad de no encontrar nada, salvo piedrecillas en el zapato del caminante?

 

SERRANÍAS

En aquellas cumbres, en aquellos humedales, en las colas de zorro y en el diente de león soplado por el viento, en cada piedra de río dejo mi huella de sangre, abandono el rastro, la madeja deshilada, y guardo tus ojos en el avellano, cada una de tus palabras conservo, aquí, en mi corazón que sigue latiendo en las semillas, en cada sauce libero mi historia, porque me mataron con mil cuchillos corvos, dejándome caer al precipicio, entrego mis manos atadas al ciprés y al mañío, al silencio de las serranías.


Lilian Elphick Latorre (Santiago de Chile, 1959). Es Licenciada en Literatura; directora de talleres literarios desde 1990 y editora general de la página web Brevilla, dedicada a la minificción.  Ha sido incluida en numerosas antologías de cuento y microrrelato, tanto en Chile como el extranjero.